En la dinámica de nuestra realidad se presenta una infinidad de relaciones, desde las más simples hasta las más complejas; de tal modo que podernos descubrir relaciones de semejanza, de oposición, de causa a efecto, de parte a todo, de complementación, etc. Pero si queremos establecer una jerarquía entre todas ellas y procedemos objetivamente, concluiremos que una de las más importantes es la relación de oposición. Así, constatamos que la existencia del día supone la existencia de su contrario, la noche. Al existir la vida, existe la muerte. Asimismo, la luz es contraria a la oscuridad, el frío se opone al calor, la infancia a la ancianidad, la salud a la enfermedad, el trabajo al ocio, el derecho a la obligación, el acierto al error, la virtud al vicio, el recuerdo al olvido, el amor al odio, la guerra a la paz, el ruido al silencio, la belleza a la fealdad, la justicia a la iniquidad, lo positivo a lo negativo, etc.
Esta contradicción, presente en todas las cosas del mundo, es a la vez el fundamento de su unidad y, en consecuencia, garantía de su existencia y desarrollo. Es así que la contradicción es la fuente interna de todo movimiento, lo raíz de la vitalidad, el principio del desarrollo, que no sólo se da en lo material, sino que se refleja en el pensamiento, en los conceptos, en las teorías e incluso en las mismas condiciones históricas y sociales en que el hombre se desarrolla.
En este sentido, cuando estudiamos y analizamos las palabras, que no son sino el reflejo de la realidad, percibimos que en ellas se da también dicha contradicción, la cual se manifiesta, específicamente, en la oposición de significados cuya denominación formal es ANTONIMIA.
Ahora, si hablar de antónimos supone necesariamente hablar de oposición significativa, tenemos que pensar que dicha oposición no siempre se dará en el mismo grado o tendrá la misma forma. Esta relatividad o heterogeneidad de la antonimia precisamente, ha determinado que los antónimos sean sometidos a ciertos procesos de clasificación. Existen varios criterios para hacer dicha clasificación, pero el que goza de mayor aceptación por su generalidad es el que divide a los antónimos en absolutos y relativos, según sea su grado de oposición significativa. Son absolutos cuando expresan ideas total y exactamente contrarias, como ocurre con los términos egoísta y altruista, óptimo y pésimo, colosal y diminuto. Y son relativos cuando las palabras presentan contenidos parcialmente opuestos, como ocurre con los términos egoísta y solidario, óptimo y malo, colosal y pequeño. Como apreciamos, en ambos tipos de antónimos se presenta la oposición, mas ésta se da en diferentes grados claramente perceptibles.
8 comentarios:
EXCELENTE TRABAJO, QUE INTERESANTE SERIA QUE TODOS PUDIERAMOS TENERLO A LA MANO
Excelente aportación, me pueden indicar como puedo citar su blog y proporcionar el nombre del o las personas que han realizado tan estupendo trabajo.
Podrías hacer resumen
E
Podrías hacer resumen
Excelente sitio
b
muy interesante
Publicar un comentario
En breve será aprobado tu comentario. Gracias por escribirnos.